"Hierro Candente. Estudio crítico de la autobiografía de Eleuterio Blasco Ferrer". Lectura recomendada para este Sant Jordi 2025

En unos día los libros se adueñarán de las calles en Catalunya. Sant Jordi nos envolverá con una festividad de letras y rosas tan necesaria en los tiempos de crispación (el título de "Hierro Candente" podría utlizarse perfectamente para expresar la situación actual) y "desculturización" que vivimos en la actualidad. Para este Sant Jordi 2025, comparto con vosotros este libro/estudio sobre un artista para muchos desconocido. 

El artista Eleuterio Blasco Ferrer (1907-1993), vuelve a ser el protagonista de un nuevo estudio del investigador Rubén Pérez Moreno de la Universidad de Zaragoza, en una obra publicada por Rolde de Estudios Aragoneses. El libro ofrece la edición integra de las memorias del escultor y pintor, junto con un análisis crítico de Pérez Moreno que nos ayuda a contextualizar el texto manuscrito por Blasco Ferrer en cuatro cuadernillos que tuve la oportunidad de leer hace años, antes de que fuesen donados para el museo de Molinos que homenajea al artista. 

En la obra se relata en primera persona su infancia en Foz-Calanda y Molinos, su posterior traslado a Barcelona para desarrollar su faceta artística, los años de la Guerra Civil, su paso por los campos de concentración en Francia, la ocupación nazi del paíz vecino, hasta alcanzar el reconocimiento de la crítica en Paris durante sus años de exilio. Como muchos otros artistas que tuvieron que vivir fuera de su patria el periodo de la dictadura, su obra está fuertemente influenciada por esas raíces que dejaron atrás y que muestran en sus creaciones. 

Es un documento esencial para conocer las penurias que pasaron los artistas del exilio y su escaso reconocimiento que tuvieron a su vuelta. La obra de Blasco Ferrer, gozó de una gran repercusión en tierras francesas, no así en su Aragón natal o en l resto del estado. El libro se puede adquirir por Internet en la web de Rolde Estudios Aragoneses

Para los que todavía no conozcáis la obra de este gran artista aragonés, aquí os dejo una breve muestra de dos pinturas y dos dibujos para tener un primer contacto con sus creaciones como pintor. 

 

A pesar de que Eleuterio Blasco Ferrer fue más reconocido como escultor del hierro, sus cuadros y dibujos también tiene una riqueza plástica que merece la pena resaltar. En la imagen anterior de "La Hilandera", se muestra una figura humana en una postura erguida, estilizada y esculpida con gran economía de elementos. La figura aparece envuelta en una atmósfera densa, con trazos definidos pero al mismo tiempo rugosos, casi como si el cuerpo emergiera de la materia misma del fondo. Los colores son terrosos, dominados por tonos ocre, gris, marrón y matices metálicos, que le dan una textura escultórica a la pintura, evocando sensaciones de bronce envejecido o piedra gastada. La forma está sugerida más que delineada, y el entorno parece abstracto, sin contexto narrativo claro, lo que centra la atención en la presencia física y emocional del personaje. La imagen transmite soledad, introspección o resistencia silenciosa, como si estuviera detenida en un tiempo suspendido. Hay una tensión entre la fragilidad del cuerpo y la solidez de la técnica, un juego que recuerda a los temas existenciales del arte de posguerra. Encaja con el estilo expresionista de Blasco Ferrer, con una carga simbólica fuerte y centrada en la condición humana, con una gran calidad cromática. La figura parece casi una escultura sobre lienzo.

En este retrato se muestra una composición más compleja, con un fuerte sentido del movimiento y la emoción contenida. La representación es simbólica y expresionista, más centrada en la sensación que en la fidelidad anatómica. El uso del color es contenido, con predominancia de tonos grises, ocres y rojizos apagados, lo que contribuye a una atmósfera densa y melancólica. El fondo no está detallado, sino que sirve como un espacio envolvente, casi vacío, que refuerza el aislamiento o la introspección de la joven retratada. La textura del lienzo es rugosa, con pinceladas gruesas y matéricas, lo que le da un carácter casi escultórico. Se nota claramente la mano de un escultor que pinta: las formas parecen modeladas más que dibujadas, como si emergieran desde dentro del propio material.

En este dibujo, Blasco Ferrer nos habla sin palabras. Solo con trazos. Líneas que tiemblan, que rozan el contorno de una figura humana y, sin definirla por completo, la hacen intensamente real. La escena es mínima, casi ausente. Pero la figura se curva sobre sí misma como si llevara el peso de algo que no se ve: una emoción, un recuerdo, una espera. No hay artificio ni escenografía; solo cuerpo y vacío. Y entre ambos, una tensión muda que lo dice todo. Blasco no dibuja desde la superficie, sino desde dentro. Cada línea parece salida de un pensamiento largo, de una emoción ya digerida. No hay trazo superfluo. Todo está ahí por una razón, incluso lo que no se ha dibujado. Esa economía de elementos le da al dibujo una fuerza casi escultórica, como si en lugar de grafito usara bronce. Vacío que también se muestra en su esculturas y son una parte importante de cada pieza. No dibuja para adornar, sino para revelar. Y en esa revelación, aparece lo que más importa: la humanidad. Este dibujo es íntimo y universal al mismo tiempo. Un instante detenido que resiste el paso del tiempo. Un cuerpo que, sin rostro ni nombre, nos habla de todos los cuerpos.


En este paisaje los trazos surrealistas muestran un bosque vivo, en movimiento. Los troncos erquidos se sitúan en la escena y son las copas de los árboles las que muestran ese dinamismo que nos invita a ensoñaciones atemporales. Este pastel sobre papel de color, es una de las piezas de una serie de dibujos que Blasco Ferrer pinto en su última etapa. Vuelve a mostrar una naturaleza casi esculpida. Aprovecha las técnicas para mostrar el movimiento en sus figuras de hierro, para plasmarlas en el papel con un efecto similar. 

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