Transformar la cadena de suministro empieza por transformar el talento

 


El sector logístico vive una transformación profunda. Cambian los modelos de negocio, se digitalizan procesos, se redefinen los canales… pero hay un elemento que sigue siendo el motor de todo: las personas.

Durante mi intervención en el SIL 2025, en el espacio de CIMALSA, abordamos un tema clave: cómo medir y desarrollar las competencias de los trabajadores en la cadena de suministro, y por qué eso se ha convertido en una prioridad estratégica para cualquier organización que quiera competir en un mercado global y exigente.


¿Por qué centrarse en la Supply Chain?
El talento logístico es un recurso escaso. Más del 60 % de las empresas del sector tienen dificultades para encontrar talento con una visión integral de la Supply Chain. Esto nos lleva a hacernos varias preguntas sobre la orientación profesional como proceso clave. ¿Qué atrae y retiene el talento? ¿Y cómo medir las competencias que requiero?

En la actualidad los líderes logísticos se enfrentan a retos sin precedentes:

  • Consumidores más exigentes y menos fieles

  • Cadenas de suministro más complejas y globales

  • Reducción de los tiempos de ciclo

  • Crecimiento en el número de referencias a gestionar

  • Mayor externalización

  • Y, sobre todo, una irrupción tecnológica constante

La logística ha dejado de ser un área operativa para convertirse en un elemento clave de ventaja competitiva. Y eso exige perfiles profesionales preparados, flexibles y con visión de conjunto. Las dudas son claras: ¿Es un sector realmente atractivo para los jóvenes? ¿Se conocen sus salidas profesionales? ¿Lo estamos comunicando bien como sociedad?

Muchas veces, no es una cuestión de falta de oportunidades, sino de orientación y visibilidad. Desde CONFORCAT se propone una metodología clara de orientación profesional, aplicable tanto a jóvenes que inician su carrera como a profesionales en activo que desean evolucionar:

  1. Descubro → Identifico mis intereses, habilidades y motivaciones.

  2. Investigo → Conozco el sector, los roles clave y las competencias necesarias.

  3. Decido → Elijo un itinerario profesional alineado con mis capacidades y valores.

  4. Planifico → Diseño un plan de desarrollo y formación.

  5. Actúo y evalúo → Mido resultados y reajusto el rumbo si es necesario.

Este proceso, aunque parezca obvio, sigue siendo una asignatura pendiente en muchas organizaciones.

Más allá del salario, hay factores que marcan la diferencia para el talento logístico, como podría ser:

  • Proyección profesional y posibilidades reales de promoción

  • Flexibilidad horaria y conciliación

  • Instalaciones de calidad y clima laboral saludable

  • Liderazgos cercanos y bien comunicados

  • Planes de formación y desarrollo constantes

  • Reconocimiento, bienestar y sentido de pertenencia

No basta con captar talento, hay que saber cultivarlo. Para mejorar, primero hay que medir. Tenemos que trabajar con herramientas que permiten evaluar:

  • Competencias técnicas (planificación, aprovisionamiento, transporte, etc.)

  • Habilidades transversales (liderazgo, comunicación, trabajo en equipo)

  • Alineación con los valores y objetivos de la empresa

Este diagnóstico nos permite crear planes de mejora personalizados, tanto para equipos como para individuos, y enfocar las acciones de formación con impacto directo en la productividad y el clima interno. La logística no es solo cuestión de camiones, almacenes y pedidos. Es una red humana e inteligente donde la clave está en saber atraer, desarrollar y retener talento preparado para gestionar la complejidad. Conocer bien las competencias de nuestros equipos es el primer paso para convertir la formación en una verdadera palanca de competitividad.

Y me gustaría añadir un apunte para la reflexión: "No hay transformación digital sin transformación de las personas".

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