Las Redes Sociales vs. “the Flying Dutchman”

Siglo XXI. Inicio de un año nuevo, el 2011. Ha pasado la vorágine de las Navidades y empieza la batalla de las rebajas. Todos queremos comprar barato algo que creemos que vale más. Ya lo decía Mecano en los ochenta: “comprar barato da una extraña sensación”, sobre todo cuando se trata redes sociales.
Twitter, Facebook, MySpace, Fotolog, Linkedin, Tuenti, Viadeo, etc., están ahí, ¿revolucionando el mundo? Han cambiado la rutina de muchas personas, eso es cierto. Ahora todos saben cuantos amigos tengo, o cuantos contactos, o lo que pienso en cualquier instante. Y eso es bueno, mis relaciones con otras personas tienen nuevos canales para materializarse. El problema aparece cuando quiero cuantificar el valor de esa novedad. ¿Cuánto vale que pueda encontrar el perfil de compañeros de mi instituto? ¿Cuánto estaría dispuesto a pagar por tener el contacto directo de un profesional de mi mismo sector? ¿Pagaría por ver las fotos de la visita a sus primos de un amigo?
Si retrocedemos 10 años en el tiempo ahora estaríamos hablando de empresas como Lycos, Patagon, Terra, etc. ¿Alguien recuerda cuanto pago el Santander por Patagón?
La burbuja entra en escena una vez más. Las redes sociales amenazan con salir a Bolsa. Empresas que se auto valoran en miles de millones de dólares pero que son incapaces de demostrar una generación de flujo de caja positiva. El ansia de algunas entidades financieras por el dinero fácil les ha llevado a tantear este tipo de negocios. ¿Tropezarán de nuevo con la misma piedra disfrazada de 2.0? ¿No han tenido suficiente con el escándalo de las “subprimes”?
Empieza a sentirse un “tufillo” a pelotazo en las redes sociales en busca de dinero fácil. Cuando todavía no está bien definido el negocio de algunas de estas empresas 2.0, ya se pretende su venta millonaria en unos casos o el dinero de inversores incautos, fáciles de engañar, en otros.

En el libro “El barco de la muerte (1888)”, de W. Clark Russell, se detallan las desventuras de Vanderdecken y su tripulación, atrapados en una maldición que les obliga a intentar cruzar el Cabo de Buena Esperanza una y otra vez sin lograrlo, a bordo del temible “Flying Dutchman” (que ha vuelto a la actualidad gracias a las aventuras del Capitán Jack Sparrow en la pantalla grande). Con cada nuevo intento una tempestad aterradora les deja a la deriva alejados una vez más de su objetivo. Es una nave mítica, cargada de prometedores tesoros acumulados a través de años y años de maldición, pero que no pueden ser aprovechados por nadie. Y a pesar de la valiosa carga, todos los marineros huyen de su presencia como de cualquier mal presagio. ¿Es que Internet sólo va a ser conocida por negocios fantasmas que no generan un valor real?
Sin embargo, lamentaría perder los beneficios de algunas de las redes sociales que si utilizo, por la avaricia insana de unos especuladores desalmados, que acabarán con sus utilidades, para intentar convertirlas en un negocio fantasmal.

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